Ahtu
Ahtu

El Señor de Los Deformes, Athuth. Es un avatar de Nyarlathotep que, pese a no ser uno de los más importantes, sí es de los más conocidos. Ahtu es una descomunal columna negra con ocho tentáculos y grandes raíces. Aunque a veces es descrito como un enorme montículo de materia viscosa con apéndices cuyos colores oscilan entre el rojo y el dorado. Sin embargo, Ahtu también puede aparecer como un viento fétido y muy denso o poseyendo a varios de sus fieles.

Los adoradores de Athu suelen ser nativos deformes o mutilados, aunque algunos europeos con minusvalías similares han logrado entrar al culto. Esta secta fue inicialmente una organización revolucionaria opuesta a los dominadores belgas. Dicho culto se inició entre los esclavos africanos y consistía en rituales de automutilación que en ocasiones llevaban a la muerte a quienes las practicaban por perder mucha sangre. Pero esto no era considerado un inconveniente, pues uno de los posibles medios de "liberación" que propone Ahtu es la reencarnación, aunque corrompiendo por completo el alma de aquel a quien se la otorga.

Con el tráfico de esclavos, la adoración de Ahtu pasó a América. Pese a que no encontró mucha aceptación en los Estados Unidos, sí logró difundirse en Sudamérica, aunque de una forma distorsionada e integrándolo como parte de algunos cultos de vudú que poco o nada tienen que ver con los rituales originales.

El culto invoca a Ahtu mediante un brazalete dorado que suele estar separado en dos partes, para evitar invocarlo de manera accidental. A parte de la libertad, otro de los dones que ofrece Ahtu a sus devotos es el poder de ver en la oscuridad el verdadero aspecto del Universo. En el caso de los ciegos, que de forma normal verían todo oscuro, pasarían a poder ver siempre esa dimensión de la realidad.

Según lo que dice el Necronomicón, Ahtu llegó a la Tierra desde el espacio con el aspecto de una semilla. Por tanto, podemos deducir que fue con este avatar con el que Nyarlathotep pisó por primera vez nuestro mundo. Se dice que las raíces de Ahtu son tan grandes que, si lograran arraigar en la Tierra, no tardaría en destruirla desde dentro.

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